Los días 20, 23 y 27 de septiembre, en las ciudades de Torreón, Querétaro y Oaxaca, respectivamente, se llevaron a cabo los foros regionales México hacia la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, donde se reunieron representantes de las diferentes entidades del país.
El objetivo de estas reuniones fue identificar la problemática alimentaria que se vive en las distintas zonas del país y proponer alternativas para su posible solución, así como integrar las diversas opiniones y experiencias locales en el informe presentado por México en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, que tuvo lugar en Roma, Italia, del 13 al 17 de noviembre del presente año.
La necesidad de una visión de carácter integral y de fondo sobre el tema de la alimentación, los problemas de distribución del ingreso, de incremento poblacional, de polarización tecnológica, los sistemas de producción tradicionales, la identificación de potenciales zonas de alta productividad, y —el ineludible tema de fin de milenio— la conservación y preservación de los recursos naturales —ecosistemas—, que permita lograr la disponibilidad de alimentos a mediano y largo plazos, son algunas de las inquietudes que se trabajaron en los foros.
En cada foro, las diferentes voces del país pugnaron por la pronta solución de la problemática alimentaria que padece México. Las apreciaciones en algunos casos con sesgos locales, se hicieron a través de tres mesas de trabajo: la primera, "Disponibilidad alimentaria"; la segunda, "Acceso a los alimentos", y la tercera, "Salud y bienestar".
Los puntos coincidentes de los tres foros regionales, y que fueron llevados a la Cumbre, son:
Disponibilidad de alimentos
La producción y el abasto deberán ser el eje conductor en la política de desarrollo social, ya que, si se ignoran, la población marginada padecerá los estragos. Algo que pudiera ayudar a solventar lo anterior sería el acceso del campesinado mexicano a los mercados nacional e internacional, con apoyos y fomentos para la producción y comercialización de sus productos, considerando a los factores demográficos como parte de la planeación de los sistemas productivos que inciden dentro del campo.
La creación de bancos de alimentos y la Ley Federal para la donación altruista de alimentos, junto con la intensificación de las acciones de educación, haciendo énfasis en las repercusiones del crecimiento demográfico y el desarrollo alcanzado por las entidades, ayudaría, también, a enfrentar el problema de la alimentación.
Ahora bien, los sistemas productivos deberán organizarse de acuerdo con el agroecosistema de que se trate, con el propósito de preservar el equilibrio ecológico y, a su vez, armonizando con el equilibrio entre el desarrollo urbano y el rural, sin que el primero signifique la anulación del segundo.
Otros elementos serían la promoción de una agricultura de autoconsumo a través de granjas familiares —generando una especial atención en la conservación de los alimentos— y la creación de infraestructura y servicios sociales básicos para evitar la migración hacia las zonas urbanas.
Acceso a los alimentos
En cuanto a este punto, la creación de cooperativas y mercados populares donde haya trato directo entre productores y consumidores beneficiaría de manera directa a la población marginada, y ayudaría a revertir el desequilibrio de los precios de los productos básicos.
El problema alimentario se combatiría manteniendo y creando programas de abasto alimentario para zonas de extrema pobreza, aunado a la lucha frontal contra el intermediarismo.
Salud y bienestar
Hacen falta programas de orientación nutricional; de prevención de enfermedades de origen alimenticio, y de salud y bienestar, de acuerdo con las características socioantropológicas de cada grupo. No sólo es la ampliación de los servicios de salud lo que hace falta, sino que los programas se dirijan, preferencialmente, hacia la población más vulnerable (niños, mujeres y ancianos).
Los participantes mostraron un gran interés en el rescate de los usos, costumbres y valores culturales de cada región, con el propósito de que a partir de un diagnóstico ajustado a la realidad surjan las soluciones específicas que abarquen a la mayoría de la población.
Por último, cabe destacar las propuestas que tuvieron una mayor acogida: elevar a rango constitucional el derecho a la alimentación; crear proyectos de autosuficiencia alimentaria y autodesarrollo de grupos marginados, y coordinar interinstitucionalmente programas alimentarios.